Quiero inaugurar este blog con una primera entrada dedicada a mi padre, esa persona que cuando yo era pequeño la recuerdo como un ser que a veces aparecía para aplaudir mis logros y mis aficiones. Y a medida me iba haciendo mayor, me enseñaba la diferencia entre el mal y el bien y cómo todo tenía una solución.

Era una persona comunicativa, con don de gentes y un gran sentido del humor, vamos lo que se dice, el alma de la fiesta, cosa que a mí me fastidiaba bastante, ya que en casa imponía disciplina o al menos lo intentaba con un gran vozarrón y bastante genio. Pero como decía, era una persona ante todo soñadora y emprendedora que me enseñó que el fracaso más grande era nunca haberlo intentado.

De pequeño estudió en Hong Kong ya que su familia vivía y trabajaba en Filipinas. Estaba en un colegio interno y tenía que ir en avioneta. Desde la primera vez que voló, lo tuvo claro, de mayor sería aviador. Y así fue, de regreso a España, se preparó y entró en la academia militar de San Javier, hincó los codos y sacó plaza como piloto. Su sueño estaba haciéndose realidad. Fue uno de los primeros pilotos de reactor españoles y viajó por todo el mundo en su aeronave donde era el comandante, el master-comander como dicen los marinos, y como jefe debió ser una gran persona ya qua a su entierro, se presentó toda su tripulación, a los cuales quizás llevaba más de veinte años sin ver.

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Como soñador no tenía precio, y por eso se embarcó en mil proyectos, de los cuales pocos dieron sus frutos. “El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”. En una ocasión había que trasladar tres aviones Phanton de la base de Rota a Torrejón, para repararse. Los aviones no estaban operativos, el coste y los problemas que conllevaría un traslado por tierra, conboy, camiones, grúas, problemas de tráfico, etc. era elevadísimo, y él lo tuvo claro ¡se llevarían por helicóptero!. Y así fue, tres grandes helicópteros de transporte, de los que tienen dos hélices, una delante y otra detrás, engancharon los aviones, un día en que las condiciones meteorológicas fueron las propicias, y lo hicieron. Habían ahorrado un gran coste y un sinfín de molestias “Lo consiguieron porque no sabían que era imposible” y otra frase de Albert Einstein, “El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”.

Como aventurero, siempre fue su preferencia, su vocación era la aventura y el Ejercito del Aire le daba la oportunidad de tenerlas, con su avión, sus misiones y su tripulación. En aquellos tiempos sus misiones eran de lo más variopintas, desde traer por encargo animales para la casa de fieras de Madrid (antiguo zoo), hasta otras misiones secretas que aquí no puedo contar, pero que recuerdan a las películas de James Bond, y que luego él contaba en confianza a sus amigos. Eran tan alucinantes, que nosotros sus hijos, solíamos bromear diciendo que se las inventaba, luego atando cabos, veíamos que podían ser ciertas.

En muchas ocasiones se le pidió que se incorporara a la aviación civil, pero él decía que eso era como conducir un autobús, y como éramos muchos hijos, estudió otra carrera ICADE, donde sacó empresariales, pero como comentaba al principio, no todos sus proyectos dieron sus frutos, pero nos sacó a todos adelante dándonos una buena educación, que es la herencia más rica que te puede dejar un padre, y enseñándonos que es preferible mirar al futuro y soñar, que mirar al pasado y arrepentirse.